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14 de septiembre de 2008
Asís, Capítulo General OCSO
Homilía en la
fiesta de la Santa Cruz
Escándalo
para los Judíos, locura para los Paganos,
Durante
los primeros siglos, los Cristianos no ponían la figura de Cristo sobre
Basta
con cerrar los ojos y contemplar la cruz, para verla brotar rìos de sangre en todas las direcciones para fecundar nuestra tierra.
Es la sangre de los soldados de
Constantino que recurren a la cruz como estandarte, pero también la sangre de
sus enemigos.
Es la sangre de los Europeos que
llevaron la fe a los demás continentes de América, de Asia y de África y la sangre de los pueblos que
exterminaron.
Es la sangre de los esclavos arrancados
de sus países y trasportados a tierras lejanas y también la sangre de todos a quienes
les interrumpen o disminuyen la vida, aún en nuestros días por la opresión, la
pobreza o el hambre.
En el
momento de la Revolución francesa, cuando tantas personas en Francia derramaban
su sangre por la fe, un pequeño grupo de monjes, bajo la dirección de dom Agustín – tan extraño por el carácter como por el nombre – abandonaba
Una
verdadera locura. Y de esta locura han nacido casi todos los monasterios de
En 1892,
grupos dispersos de esta Estrecha Observancia, se reunieron para formar una
Orden que, unos decenios más tarde, se repartirá en todas las direcciones, en África,
en América Latina, en Asia y más allá, siempre con una cruz de fundación como
emblema.
Llevar
la fe o la vida monástica a tierras lejanas, es aportar no la sabiduría de nuestros
países o de nuestras comunidades fundadoras, sino la locura de
Adoremos
esta cruz que es locura para los paganos – esos paganos que nunca hemos dejado
de ser. Que pueda ser para cada uno fuente de salvación.
Armand Veilleux
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